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Leyenda Nº 12: El taxista


Por las calles del barrio de la Chacarita(Localidad Argentina) hay quienes dicen que en los alrededores del cementerio de aquel lugar hay un taxi, pero uno muy particular: este taxi sólo recoge gente que salga del cementerio de la Chacarita para converitrlas en cadáveres luego de que visitan las tumbas de sus seres queridos.

En 1978 un periódico de barrio ya desaparecido (Todo Real), publicó una noticia donde afirmaba que un hombre encontró una señora, muerta, sobre la lápida de su madre. Los médicos afirmaban que la mujer tenía una depresión profunda causada por el fallecimiento de algún ser querido, en este caso su mamá, pero sin embargo, ciertos dichos de vecinos que hacen referencia a un mito barrial hacen dudar sobre lo que realmente le pasó a la víctima, identificada como Felipa N. Hosperttato.

La leyenda cuenta que la mujer en cuestión estaba cansada y no quería caminar las cuadras que la separaban de la parada del colectivo, decidió tomar un taxi. Enseguida divisó uno que venía, lo paró, se subió. Le indicó al chofer la dirección y se sumergió en recuerdos de cuando su madre estaba viva, esto le impidió distinguir la palidez del conductor o el lentísimo cabeceo con que respondió al escuchar la dirección.
De repente comenzó a sentir un frío, un frío que nunca antes había sentido, estaba todo demasiado helado. Quiso cerrar la ventanilla y estaba cerrada. Fue entonces cuando prestó atención a ciertos rasgos físicos de quien iba al volante. Le quiso hablar pero se quedó sin palabras al ver las manos flacas, con la piel casi pegada a los huesos, prácticamente blancas del chofer. Cuando quiso verle la cara a través del espejo delantero, no pudo, pues estaba acomodado de tal manera que sólo se veía el asiento vacío al lado del taxista.
Entonces le habló: "perdón", no obtuvo respuesta, insistió y el hombre continúo mudo. Cuando levantó su mano para tocar el hombro del conductor se asustó: la propia mano de Felipa era la de un muerto, era igual a la del taxista, pálida, flaca. Comprobó que su otra mano era igual. Pegó un grito cuando vio reflejado en el cristal lo que parecía el rostro del cadáver de una mujer y más cuando constató que ésa era su imagen. Al intentar llorar, no pudo.
Luego de esto el taxi paró y Felipa vio que habían terminado en el mismo lugar donde comenzaron: el cementerio de la Chacarita. No le preguntó al extraño hombre el porqué de la parada, voces desde el interior, de entre las lápidas la llamaban porque ella ya era una más de ellos, de los muertos.

Hay taxistas que hablan sobre un "rarito" que nunca se baja a juntarse con la muchachada, ni a comer algo sale del taxi. También la patente es escalofriante: RIP 666. Rip: tumba y 666 el número con que se lo identifica al diablo.

También un hombre asegura haberse salvado al ver a su padre muerto en una bicicleta, hecho que lo devolvió a la realidad, prestó atención al conductor y se tiró. Este hombre afirma que el misterioso hombre lo miraba siempre después de este suceso. Una semana más tarde de brindar el testiminio, dicho señor murió.

No se sabe a ciencia cierta si esto es verdad o mentira, tal vez nunca lo sepamos, pero por las dudas, cuídense si andan por el la zona del cementerio de la Chacarita.

Adaptación libre del libro: Buenos Aires es Leyenda, escrito por Guillermo Barrantes y Víctor Coviello.

Relato Nº5: "¿Hombres-Gato?"

Los “hombres-gato” de Rafael Calzada

Por Gustavo Fernández

Esta extraña enumeración de apariciones de seres con un comportamiento y una morfología que los identifica más como “elementales” o producto de una actividad goética que como animales o humanoides de origen y evolución netamente natural no puede quedar completa sin la mención de lo que entonces conmocionó a una populosa localidad del sur del conurbano bonaerense: la ciudad de Quilmes, extendiéndose hasta San Francisco Solano y Rafael Calzada. Se trata de la aparición de los que fueron llamados, en su momento, “hombres gato”.
La historia comenzó en realidad en las páginas policiales de los periódicos, cuando se informó de ataques sexuales a varias jóvenes de la zona por parte de “uno o más individuos disfrazados”; altos, de más de ciento ochenta centímetros estando, al parecer, cubiertos de pelaje oscuro, y además lo que llamaba la atención de los investigadores era la increíble agilidad de que hacían gala.
En efecto, cuando las tropelías se sucedieron en demasía, la policía comenzó a tender los cercos con vistas a capturarlos. Pero esto sólo evidenció la habilidad de que eran poseedores, pues sus escapes de redadas prácticamente perfectas eran impresionantes. En ocasiones, se afirmaba que uno de estos seres había sido rodeado en un terreno baldío, aparentemente escondido entre los matorrales, pero cuando treinta o cuarenta hombres cargaron sobre ese punto se encontraron con la sorpresa de que el ente se había esfumado.
A medida que pasaba el tiempo las apariciones se multiplicaron. Lo que dio la pauta de que se lidiaba con un número significativo de seres –se habló de hasta un centenar– era que en una misma noche eran múltiples las observaciones en puntos muy alejados. Los vecinos, al observar la impotencia policial, comenzaron a tomar sus propios recaudos, se armaron, y la emprendieron a tiros con todo bulto que se moviera en la noche.
Algunos de estos casos son interesantes. En una ocasión, por ejemplo, una familia escuchó aterrada cómo algo golpeaba y arañaba su ventana. Sus gritos alertaron a algunos vecinos, quienes salieron a la calle con tiempo de observar cómo una delgada silueta peluda y negruzca ganaba la oscuridad. Dos de estos observadores estaban armados, por lo que se echaron en persecución del ser, disparándole a distancias no superiores a cinco metros. Dos veces, según los testimonios, el ente cayó al suelo por el impacto de los balazos pero en ambos casos se levantó y continuó corriendo como si nada le hubiese afectado.
Corría 1985 y por ese entonces me encontraba yo dictando cursos para varios alumnos que tenía en la zona, por lo que no pude permanecer ajeno a los hechos. Consulté a la policía local, pero ante la imposibilidad de obtener mayor información (había, según me informaron, órdenes expresas de que ningún civil participara en las redadas, aun en el caso de que fuese periodista o investigador) me resigné a enterarme de más por los canales convencionales. El tiempo, sin embargo, me reservaba una sorpresa.
Un hecho sugestivo que ocurría en la zona por ese entonces era el desmesurado incremento de lo que la gente del lugar llamaba “posesiones”. Sacerdotes católicos, pastores evangelistas y oficiantes umbandistas (que en el lugar pululan) recibían una media muy superior a lo normal de solicitudes diarias para exorcizar personas o viviendas.
Creía yo entonces que el fenómeno de los “hombres gato” se debía quizás a un grupo bien organizado y entrenado de individuos que buscaban aterrorizar esos parajes con fines desconocidos. O quizás no tanto: había recibido informaciones de buena fuente de que en las cercanías del epicentro del fenómeno se habían instalado recientemente varios “terreiros” de una nueva agrupación de Umbanda cuyos integrantes directivos acababan de llegar de la hermana república del Uruguay.
Incluso se me acercaron –atemorizados– testigos de extraños ritos en bosquecillos aledaños a los centros poblados como, por ejemplo, el llamado “Monte de los Curas” en San Francisco Solano. Y como el “exorcismo” –adecuadamente arancelado– era el negocio principal de esta gente, pensaba yo que todo muy bien podía deberse a una táctica genialmente montada con miras a asegurarles dividendos por largo tiempo.
Pero entonces ocurrió algo que me obligó a cambiar mis puntos de vista. Una de estas familias con “poseídos” en su seno, a quienes les fui recomendado, requirieron mi opinión. En este caso debía ocuparme de una niña, hija de los dueños de casa que todas las noches, exactamente a las dos de la mañana comenzaba con sus crisis caracterizadas por gritos ininteligibles, llanto, convulsiones y taquicardia. Los médicos y un psiquiatra consultados habían arriesgado los diagnósticos convencionales, pero hasta ese momento habían fracasado en la terapéutica. De allí, la intención de los directos afectados en consultar a un parapsicólogo.
Así es que una noche decidí montar guardia en la vivienda de la familia "C." (guardo reserva sobre sus nombres por su expreso pedido) junto a los padres de la muchacha y otros dos hombres, tíos de ésta. A las once de la noche la niña se dirigió al humilde dormitorio y concilió rápidamente el sueño. Los demás, en tanto, permanecimos en la cocina, conversando, bebiendo café y turnándonos en vigilar a la aparente afectada.
A medida que nos acercábamos a las dos de la mañana la tensión, aunque disimulada en los comentarios, indudablemente iba en aumento. Exactamente a las dos, la niña comenzó a gritar. Y en tropel nos dirigimos los cinco al dormitorio.
Elena (uso su nombre de pila) dormía y gritaba en sueños. Pero mi atención fue capturada en realidad por lo que ocurría fuera de la casa o, mejor dicho, sobre ella; en el techo se escuchaban pesadas pisadas como si un hombre caminara en círculos. Uno de los hombres corrió a buscar un arma, mientras los demás hicimos lo propio hacia la única ventana de la habitación.
En aquel momento, “eso” (lo que fuera) aparentemente se dejó caer desde el techo al suelo, frente a esa pequeña ventana y muy cerca de ella; tan cerca que yo mismo, circunstancialmente a la cabeza del grupo, sólo vi una sombra que cubría las estrellas –lo único visible en una noche oscura como la tinta– y un gran cuerpo peludo cubriendo la misma.
Mi reacción fue absolutamente instintiva: diez años de práctica en artes marciales hacen que muchos reflejos sean condicionados y ante el peligro el instinto de huída se transforma en un instinto de ataque: me tendí hacia delante, descargando con mi puño izquierdo un golpe sobre ese torso oscuro. Hoy, en situación de frío observador, entiendo que lo mío fue una estupidez.
Lo cierto es que bajo mi mano sentí una sensación repugnante; era un cuerpo muy frío, mucho más de lo que su presunción de mamífero daba a suponer, increíblemente blando; en este sentido la imagen táctil más aproximada que puedo dar es una bolsa de cuero rellena con gelatina. Las cerdas eran duras, y casi perpendiculares a la piel, o al menos así me pareció. Sorpresivamente, el ser se desplazó hacia una esquina de la casa, de forma que al asomarnos por la ventana ya le habíamos perdido de vista.
Salimos a la carrera. Yo me asomé por la ventana, pero el verdadero barrial que rodeaba a la vivienda –hacía varios días que llovía intermitentemente– no permitía distinguir huella apreciable alguna.
En ese momento comprendí que, fuese lo que fuera el extraño ser, estaba estrechamente ligado a los pensamientos de Elena y, quién podía dudarlo, nadie podía estar tranquilo respecto de su seguridad.
Pero hay algo más. En esos días, pobladores de la zona completamente aterrorizados y desilusionados por los fracasos en la investigación policial comenzaron a solicitar en gran número el apoyo de profesionales en parapsicología, buena parte de ellos provenientes de localidades muy alejadas del epicentro de los hechos (lo que invalida la suposición de que los propios colegas zonales incentivaran los rumores con fines monetarios).
Me consta que muchos de ellos también interpretaron a los “hombres gato” como subproducto o consecuencia de actividades goéticas (obsérvese que tenían, morfológicamente y en cuanto a sus conductas, gran parecido a súcubos, los demonios medioevales que se materializaban para atacar sexualmente o perturbar la paz espiritual de los hombres): la violenta desaparición de los fenómenos unos días más tarde, casi tan violenta como fue su irrupción en las vidas de estas gentes sencillas, me ha convencido de que fue el esfuerzo psíquico conjunto de un número grande de entrenados expertos lo que puso fin a esta pesadilla.

Relato Nº4: "La Sombra del diablo"

"Sr. editor:

Le agradecería guardar el anonimato.

Soy Ingeniero de profesión y hago mucho trabajo de campo en la Sierra Madre
Occidental en el Noroeste de México, en concreto en el Estado de Sonora, en esta ocasión a unos 70 kms. de la frontera con USA. Este estado tiene la mitad de superficie de España y solo 2 millones de pobladores, se encuentra geomorfológicamente cruzado por sierras y valles alternados y orientados N-S, los pequeños poblados que existen están sobre los valles y muy alejados uno de otro, de tal suerte que si alguien quiere llegar a un pueblo que esta en el siguiente valle puede hacer hasta 6 horas para rodear una Sierra.

Un día el Chofer y yo teníamos que recoger una muestra en un rancho, en las profundidades de la Sierra y encontramos a un grupo de vaqueros armados hasta los dientes, aún así pedimos permiso para pernoctar ahí ya que nuestro trabajo así lo requería; hacia un frío tan intenso que ni en Europa lo he sentido, por lo que los vaqueros hicieron una gran fogata, como a las 5 de la tarde, ya que comenzaba a oscurecer, cenamos y se pusieron a contar historias. En lo personal yo tomo con reservas dichos relatos pues como los vaqueros y mineros son personas muy solas, desarrollan una gran fantasía, un relato me llamo mucho la atención puesto que tenia mucho de realismo, y concluía que en el siguiente poblado que visitaríamos para recoger otra muestra (que de ese lugar estaba a 25 Kms de distancia a pie y en vehículo estaba como a 10horas), había gente que se convertía en animal y todos los
vaqueros lo confirmaban con mucho temor.

Toco despedirse e ir al siguiente poblado, ahí conseguí un guía para realizar más rápidamente el trabajo, durante el trayecto de vuelta al pueblo le comente al guía lo que había escuchado decir de los vaqueros y se enojo mucho, pero posteriormente se calmo y me comento que el había oído algo así, ya que los indígenas (era en su tiempo territorio apache) practicaban magia y que podían trasmutarse en animales como perros, guajolotes, mulas y toros, posteriormente me contó una historia que me dejo impresionado, sobre todo porque mucha gente lo observo y fue el siguiente:

Un tío del guía maltrataba mucho a su madre y hasta la golpeaba, un día esta lo mando a la leña junto con el padre del guía, este se enojo y le dijo que un día invocaría al diablo; el pueblo, cercano a un río estaba rodeado por una gran cantidad de árboles enormes, cuando se dirigían los dos muchachos a realizar sus quehaceres se empezó escuchar un fuerte viento y los árboles caían como si un gigante los estuviera pisando los dos muchachos corrieron hacia el pueblo y el tío del guía gritaba lleno de pánico que era el diablo que venia por el, al llegar al río casi seco, el papá del guía se cayo y sintió como si una bola de fuego pasara enseguida de el y se abalanzara sobre su hermano, este llego al pueblo en un estado parecido al epiléptico y la gente le prestaba ayuda, nadie lo podía mejorar, al paso de 5minutos, los perros empezaron a aullar y en la lejanía se escucho un escalofriante aullido que se fue acercando poco a poco al lugar de lo hechos, se trataba de un perrazo negro con lo ojos flameantes y empezó a lamer al tío del guía
el que se fue recuperando hasta la normalidad, después de esto el perro negro se marcho junto con el tío hacia la Sierra... para no volver jamás, a pesar de una intensa búsqueda nunca se le encontró...y los testigos aun viven.


Gracias por su atención."

Leyenda Nº 11: El perro de Satanás


Se dice que hay una fábrica en un barrio precario en la ciudad de Mar de Plata, en Argentina, en la cual suceden muchos hechos extraños.

Detrás de la fábrica hay un descampado y muchas veces por la noche se suelen ver duendes o nenes que corren y desaparecen, y lo más tenebroso de todo viene ahora...

Esta fábrica reporta un desaparecido por año, especialmente entre los serenos que la vigilan. Por la noche, cuando el sereno cuida la fábrica, suele escuchar silbidos y hasta respiraciones cerca.

Una vez corrió el rumor de que uno de los empleados por la noche mientras vigilaba el lugar al sentir un gruñido se asomó por la ventana y vio un perro gigante, así como un caballo, y que no se va a olvidar nunca de los ojos rojos de este.

Dicen que el dueño hizo un pacto con el diablo y desde ahí nunca más le robaron, pero a cambio él debe entregar un alma por año, o sea la de un empleado.

Este perro es supuestamente una bestia enviada por el mismo Satanás para evitar los siniestros, dado que es un barrio extremadamente peligroso.

Story Nº1: "All of a sudden..."

Esta es una historia en ingles escrita por mi, disfrutenla!




All of a sudden the lights went out, which really gave me the creeps because my parents and my little sister had left and I was all alone at home that night. Suddenly, the silence was broken by aloud knock on the door. I felt really realived because I though It was my cousin, who sometimes dropped in at that time, so I stumbled down the stairs to open the front door. As I was reaching it, a creepy male voice started talking to me from the other side of the door and told me his car had broken down and that he desperately needed to use my phone. But I didn't believe a thing; so I lied to him, said that the phone wasn't working at all, apologized for not being able to help and suggested he went to my neighbour's.
Out of the blue I heard a loud crash in the kitchen. Because of that, I decided to peer into the dark room to see what had happened, but I couldn't make anything out. Then I went to my bedroom, locked the door and tried to get some sleep. When I was about to fall asleep the telephone rang. It was my mother, who told me they wouldn't return until the following day. While I was still talking to herI could hear footsteps on the stairs and then near my door. Consequently, I put the telephone down and hid under my bed. After that I heard nothing for a whiler but then the keys clicked inside the lock and the door creaked open...